Quizás exista una confusión entre la función y la forma. Me explico (para tratar de ser claro): la curiosidad ejerce una función que es compartida por otros mamíferos, pero la forma o apariencia que toma esa curiosidad es fruto de las condiciones de cada individuo.
Así, la curiosidad de uno orbita alrededor del futbol y es conocedor de los fichajes, las tácticas y los distintos perfiles de futbolistas, teniendo una capacidad explicativa y de predicción asombrosa. En otro, tal curiosidad cobra forma de cinéfilo, y en muchos del seguimiento en forma de "picoteo" de la actualidad, entendida no como comprensión de lo qué sucede y lo relevante, sino de aquello que es vigente en prensa. Un tercero, devendrá académico, científico o mero diletante por la misma función "aplicada" a sus condiciones.
A su vez, como usted dice, la curiosidad no siempre es útil. Y no lo es en función del dominio o accesibilidad al contenido, junto a la imposibilidad de saber de todo (una curiosidad total sería demencial). Es imposible, o muy difícil, que una persona sin conocimiento científico (yo) sienta atracción hacía tales contenidos si no existe un empujón por parte del entorno (ya sea un tercero, un blog de internet...) o una interacción en la qué aquello que le resulta apetitivo e incentivaba su curiosidad dejé de serlo en detrimento de otro contenido. Esto último sucede conforme uno va accediendo a contenidos más difíciles o de diversa índole, pero debe darse de forma paulatina, con un nivel óptimo de dificultad; si no, las consecuencias aversivas de exponerse a ello vencerán. En vez del miedo a equivocarse, yo pondría el énfasis en lo aversivo que es adquirir conocimiento cuando uno no lo tiene, razón por la cuál es muy difícil que alguien que no se encuentre ya inmerso en aprender, lo haga. A su vez, nuestra tendencia a priorizar explicaciones intuitivas en vez de reales de los diversos fenómenos, también se explica, entre otros motivos, por esto.
Todo esto, claro está, orbita alrededor de juicios de valor sobre qué contenidos deberían incentivarse; acerca de cuales (la ciencia, la reflexión crítica o el conocimiento de aspectos prácticos para el buen vivir) consideramos mejores.
Yo sí pienso que tenemos bastante claro cómo promover afición al saber y a la ciencia. El problema, creo yo, es la extrema dificultad de controlar las condiciones para promoverlo; junto a que tampoco es claro que debamos hacerlo. Socialmente se refuerzan otras cosas (y la apetencia por el saber, en quienes la tienen, resulta de ese mismo refuerzo social), y, a mi parecer, no debemos tanto formar científicos como formar personas críticas con afán general por saber. Para ello, lo más oportuno a mi juicio, es recalcar una y mil veces la utilidad que tiene el aprender para mejorar la calidad de vida, y para ello es menester el transmitir conocimientos psicológicos, de salud y éticos; en otras palabras, enseñar como vivir para vivir mejor creo que es la forma de incentivar ese gusanillo. Una vez transmitido esto, creo que un poco de lógica y epistemología deberían seguir. Un último apunte que me llevó a decantarme por aprender, fueron las siguientes ventajas prácticas del conocimiento: no requiere medios, es dependiente de uno mismo, puede realizarse a casi cualquier edad y condición, no tiene fin (a diferencia de otros muchos bienes que, llegados a un punto, tienen un "rendimiento decreciente", el aprender tiene un "rendimiento creciente"; cuanto más sabes, más disfrutas de saber), cobra la forma de juego y satisface al ego...
"no olvidemos que el miedo a equivocarse ha tenido, seguramente, un gran valor adaptativo para nuestra especie: es posible que los adultos que no tenían miedo a equivocarse hace 200.000 años no tuvieran mucha descendencia"
Entiendo que puede existir miedo a equivocarse como adquisición o desarrollo cultural y social, pero no tengo claro si una condición cognitiva tan específica como esa puede estar determinada por los genes.
No me parece tan específica. Al fin y al cabo, fracasar, dependiendo de las circunstancias, puede significar perder la vida, arruinar el futuro de tus hijos, y otras desgracias con consecuencias negativas en términos de aptitud (fitness). Pero tampoco le he dado muchas vueltas y buen puede ser como dices.
Ojo con la autoridad de referencia que se ha creado Ken Robinson. Personalmente, a mí no me gusta nada su discurso, y me parece que es eso, unas reivindicaciones que quedan bien y se recuerdan fácil. Pero la educación es mucho más https://joe-kirby.com/2013/10/12/what-sir-ken-got-wrong/
Quizás exista una confusión entre la función y la forma. Me explico (para tratar de ser claro): la curiosidad ejerce una función que es compartida por otros mamíferos, pero la forma o apariencia que toma esa curiosidad es fruto de las condiciones de cada individuo.
Así, la curiosidad de uno orbita alrededor del futbol y es conocedor de los fichajes, las tácticas y los distintos perfiles de futbolistas, teniendo una capacidad explicativa y de predicción asombrosa. En otro, tal curiosidad cobra forma de cinéfilo, y en muchos del seguimiento en forma de "picoteo" de la actualidad, entendida no como comprensión de lo qué sucede y lo relevante, sino de aquello que es vigente en prensa. Un tercero, devendrá académico, científico o mero diletante por la misma función "aplicada" a sus condiciones.
A su vez, como usted dice, la curiosidad no siempre es útil. Y no lo es en función del dominio o accesibilidad al contenido, junto a la imposibilidad de saber de todo (una curiosidad total sería demencial). Es imposible, o muy difícil, que una persona sin conocimiento científico (yo) sienta atracción hacía tales contenidos si no existe un empujón por parte del entorno (ya sea un tercero, un blog de internet...) o una interacción en la qué aquello que le resulta apetitivo e incentivaba su curiosidad dejé de serlo en detrimento de otro contenido. Esto último sucede conforme uno va accediendo a contenidos más difíciles o de diversa índole, pero debe darse de forma paulatina, con un nivel óptimo de dificultad; si no, las consecuencias aversivas de exponerse a ello vencerán. En vez del miedo a equivocarse, yo pondría el énfasis en lo aversivo que es adquirir conocimiento cuando uno no lo tiene, razón por la cuál es muy difícil que alguien que no se encuentre ya inmerso en aprender, lo haga. A su vez, nuestra tendencia a priorizar explicaciones intuitivas en vez de reales de los diversos fenómenos, también se explica, entre otros motivos, por esto.
Todo esto, claro está, orbita alrededor de juicios de valor sobre qué contenidos deberían incentivarse; acerca de cuales (la ciencia, la reflexión crítica o el conocimiento de aspectos prácticos para el buen vivir) consideramos mejores.
Yo sí pienso que tenemos bastante claro cómo promover afición al saber y a la ciencia. El problema, creo yo, es la extrema dificultad de controlar las condiciones para promoverlo; junto a que tampoco es claro que debamos hacerlo. Socialmente se refuerzan otras cosas (y la apetencia por el saber, en quienes la tienen, resulta de ese mismo refuerzo social), y, a mi parecer, no debemos tanto formar científicos como formar personas críticas con afán general por saber. Para ello, lo más oportuno a mi juicio, es recalcar una y mil veces la utilidad que tiene el aprender para mejorar la calidad de vida, y para ello es menester el transmitir conocimientos psicológicos, de salud y éticos; en otras palabras, enseñar como vivir para vivir mejor creo que es la forma de incentivar ese gusanillo. Una vez transmitido esto, creo que un poco de lógica y epistemología deberían seguir. Un último apunte que me llevó a decantarme por aprender, fueron las siguientes ventajas prácticas del conocimiento: no requiere medios, es dependiente de uno mismo, puede realizarse a casi cualquier edad y condición, no tiene fin (a diferencia de otros muchos bienes que, llegados a un punto, tienen un "rendimiento decreciente", el aprender tiene un "rendimiento creciente"; cuanto más sabes, más disfrutas de saber), cobra la forma de juego y satisface al ego...
Acabo de descubrir su blog, un acierto.
Saludos,
"no olvidemos que el miedo a equivocarse ha tenido, seguramente, un gran valor adaptativo para nuestra especie: es posible que los adultos que no tenían miedo a equivocarse hace 200.000 años no tuvieran mucha descendencia"
Entiendo que puede existir miedo a equivocarse como adquisición o desarrollo cultural y social, pero no tengo claro si una condición cognitiva tan específica como esa puede estar determinada por los genes.
No me parece tan específica. Al fin y al cabo, fracasar, dependiendo de las circunstancias, puede significar perder la vida, arruinar el futuro de tus hijos, y otras desgracias con consecuencias negativas en términos de aptitud (fitness). Pero tampoco le he dado muchas vueltas y buen puede ser como dices.
Ojo con la autoridad de referencia que se ha creado Ken Robinson. Personalmente, a mí no me gusta nada su discurso, y me parece que es eso, unas reivindicaciones que quedan bien y se recuerdan fácil. Pero la educación es mucho más https://joe-kirby.com/2013/10/12/what-sir-ken-got-wrong/