El pasajero / Stella Maris
Dos novelas para dos personajes atormentados, bajo la larga sombra de la bomba atómica
Aunque en dos novelas distintas, se trata de una misma y única historia, la de los hermanos Bobby y Alicia Western. Son el hijo y la hija de un físico que participó en el proyecto Manhattan. Bobby es muy inteligente, seguramente superdotado, y Alicia lo es, sin duda y en alto grado. Ambos están enamorados uno del otro.
Aunque la primera novela, El pasajero, empieza con una escena de intriga que sugiere la idea de que nos encontramos ante una novela de suspense, en realidad, la escena actúa como un trampantojo. El pasajero al que se refiere el título no es el que falta en un avión sumergido en el Golfo de México y si lo fuese, el hecho carecería de importancia alguna. Lo más probable es que ese pasajero sea el protagonista, Bobby Western. La escena inicial es importante porque da soporte –en el sentido de armazón argumental– al resto de la novela, pero eso, en realidad, es lo de menos.
Lo importante en la novela es la vida desestructurada del protagonista, su deambular sin rumbo, su añoranza de la hermana muerta y su dificultad para encontrar acomodo en un mundo que no le satisface. La herencia paterna, el ser hijo de una persona que colaboró en la fabricación de la bomba atómica es un fantasma que se halla presente en toda la novela.
Aviso a navegantes: aunque no es excesivo, aquí y allá aparecen nociones de física de partículas. En un momento concreto son dos páginas completas de un diálogo en el que las nociones de esa disciplina son el tema de conversación. El contenido concreto de esos pasajes es prescindible, pero es posible que quienes los entiendan, les encuentren acomodo en la narración. Muchas obras literarias admiten más de una lectura.
Esta primera novela –El pasajero– es una reflexión sobre el amor, la vida, la muerte, la culpa y, de forma a veces tangencial y a veces directa, sobre la dualidad ética de la tecnociencia. La incapacidad del protagonista para llevar una vida «normal» puede interpretarse como una especie de precio o de estigma heredado del padre, por su «pecado», aunque este no pensase que su participación en el proyecto Manhattan fuera algo de lo que hubiera de arrepentirse.
Pero esa primera novela, con ser buena –a mí me atrapó hasta el final–, no sería lo que es si no fuera por la segunda. Stella Maris es el nombre del sanatorio mental en el que, voluntariamente, se recluye la otra hermana, Alicia, a quien han diagnosticado esquizofrenia. Esta, como antes decía, es superdotada y se dedica (o se ha dedicado) a las matemáticas. La novela consiste en los registros de las conversaciones que tiene su último terapeuta con ella. Esas conversaciones nos dan las claves para entender gran parte de las interrogantes que han surgido en El pasajero, además de introducirnos en el mundo mental de un personaje poderosísimo.
Alicia recibe las visitas de personajes «imaginarios» con uno de los cuales mantiene conversaciones un tanto estrambóticas. La acción transcurre diez años antes de la primera novela, por lo que ya sabemos que Alicia se acabará quitando la vida.
Las conversaciones, sobre todo por parte de la protagonista, son una colección excepcional de reflexiones acerca de la naturaleza de la realidad, de la mente humana, de sus limitaciones cognitivas, además de volver sobre algunas de las cuestiones que habían aparecido en la primera novela.
El amor, la vida y la muerte están presentes en todo momento. También lo están las matemáticas. Es un texto de alto contenido matemático y filosófico, en el que el autor se vale de la libertad que le proporciona el soporte narrativo de ficción para expresar unas ideas para las que no necesita –en virtud de esa libertad– soporte académico o bibliográfico. A mí me ha interesado muchísimo, seguramente porque comparto en gran medida los puntos de vista de Alicia.
No conocía a Cormac McCarthy. He tenido, pues, la fortuna de encontrarme con un escritor poderoso, con un estilo austero a ratos y no tanto en otras fases de la obra, pero muy muy expresivo. Hace poco uso de los signos de puntuación y ni siquiera señala en cada momento qué personaje es el que habla. Pero no importa: si estás inmerso en la narración, no necesitas que el autor te diga quién habla; de hecho, estorbaría que lo hiciese. Por eso me han gustado tanto las novelas, porque han conseguido que me sumerja en ellas, incluso aunque el tema podría haberme resultado árido y la técnica me haya obligado a hacer un esfuerzo de lectura muy atenta.
Título: El pasajero / Stella Maris
Autor: Cormac McCarthy
Ed.: Random House, 2022.